La crecida de igniciones en regiones nativas resulta ahora incluso mayor que el incremento total de las quemas en el país, que en igual tiempo subió al 71 por ciento.

Además del aumento en el número total de brotes, la cifra de tierras afectadas originarias también creció de 231 en 2018 a 274 este año, un alza del 18,6 por ciento.

Solo en agosto pasado, hubo cuatro mil 754 brotes de fuego en regiones naturales, 52,4 por ciento de los identificados durante todo el ejercicio hasta el momento.

Con el mismo mes de 2018, la comparación resulta aún más desalentadora: en agosto de ese año hubo dos mil 36 brotes de fuego en áreas aborígenes, es decir, hubo un aumento del 133,5 por ciento en un periodo de un calendario a otro.

Líderes de la Tierra Indígena Krahô Kanela, localizada en el municipio de Lagoa da Confusão, en el norteño estado de Tocantins, denunciaron que cerca del 95 por ciento de su territorio fue consumido por las llamas.

El panorama se agravó: 31 focos fueron registrados en tierra indígena, entre el 1 y 9 de septiembre.

‘Combatimos 22 kilómetros de fuego, que llegó a dos de la aldea. Se mantiene. Una situación muy triste, destrucción y animales muertos’, dijo Wagner Krahô Kanela.

En agosto, la quema en la Amazonia puso a Brasil en el centro del debate mundial. Grupos de ecologistas y la sociedad civil denuncian que los discursos del presidente Jair Bolsonaro dan una ‘clara señal de impunidad para los delitos ambientales’.

Desde su campaña electoral, el exmilitar dejó entredicho su falta de interés en los temas relacionados con el medioambiente y la conservación.

La comunidad internacional critica a Bolsonaro por su política a favor de la agroindustria y la minería en el pulmón del planeta, en detrimento de las reservas indígenas y el medio ambiente, así como por la tardía reacción de su Gobierno para enfrentar el desastre natural.

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